Judith Rodríguez, de perder una pierna en un terrible accidente a revivir la esgrima española

España acelera en las últimas jornadas de los Juegos Paralímpicos y, gracias a las medallas de ciclismo y natación cosechadas en las últimas horas, ya está muy cerca del objetivo que se planteó la delegación antes de llegar a la capital gala, superar las 36 de Tokio 2020 . Una meta más cercana después de que la esgrimista Judith Fernández (Vigo, 28 años) consiguiese un brillante bronce en la categoría de florete, el metal número 31 de París 2024. Gracias a su triunfo sobre la hongkonesa Chui Yee Yu (11-15), el país vuelve al podio de una disciplina que parecía maldita, pues no se había conseguido ninguna alegría desde Pekín 2008. La madrileña Gemma Hassen-Bey fue la última en colgarse una medalla y por momentos pareció que España nunca encontraría un relevo. De hecho, en los Juegos Paralímpicos de Río 2016 y Tokio 2020 ni siquiera hubo representantes nacionales. Pero de la nada apareció Fernández, una jóven prometedora que aspiraba a ser una estrella de la esgrima (ya había participado en Mundiales júnior) y que, por desvíos del destino, acabó haciendo historia en la versión adaptada del deporte. La viguesa, el 10 de junio de 2018, volvía de una competición cuando sufrió un terrible accidente de tráfico. Su padre era el conductor y ella se quedó dormida durante el trayecto. Las consecuencias fueron devastadoras y los médicos se vieron obligados a amputarle la pierna para salvarle la vida. Además, su brazo derecho quedó muy dañado y necesitó de varias operaciones para que volviese a estar operativo. Su prometedora carrera parecía haber finalizado. Dos años después, su familia comenzó a insistirle para que practicara un deporte adaptado para discapacitados, pero ella se negaba con rotundidad. Dique que se esfumó cuando Judith recibió la visita de Desirée Vila , también viguesa, de su generación y deportista paralímpica debido a un accidente muy similar al suyo. «Vi que estaba llena de vida e incluso hacía bromas sobre su prótesis», rememora. Aquella charla revirtió la situación y, al poco tiempo, Rodríguez ya estaba de nuevo en la sala de armas. También fue fundamental que Carlos Soler , el último paralímpico español que compitió antes que Judith en esgrima, se convirtiese en su entrenador y juntos comenzaron a forjar una carrera que ya figura en los libros de historia. En 2022 ya estaba luchando sobre la silla de ruedas y en el Mundial de Sao Paul o de ese mismo año, se proclamó campeona de espada. Aperitivo de su bronce en París, quizás la línea de salida del renacimiento de la esgrima nacional. «Estoy muy contenta con la medalla. El asalto era muy complicado, pero empecé bien y supe mantener la calma. Luego ya me remontó, pero al final metí los dos últimos puntos y conseguí la medalla. Cuando se subió el número 15 al marcador dije: 'No me puedo creer este momento'. Es realmente impresionante el sueño que es estar aquí y no me lo puedo creer», indicó tras su conquista en el Grand Palais .

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