¿Qué santo se celebra hoy, 24 de agosto? Esto es lo que debes saber del santoral de la Iglesia Católica
El santoral católico es un calendario que contiene los
nombres de los santos y las fechas en que se celebra su festividad. Este
compendio agrupa a los santos y beatos que la Iglesia Católica conmemora
oficialmente en días específicos a lo largo del año. Cada día del calendario
litúrgico está vinculado a uno o varios santos, que son recordados en las misas
y oraciones de los fieles.
La tradición de celebrar el santoral se remonta a los
primeros siglos del cristianismo, cuando se comenzó a venerar a los mártires y
otros personajes considerados ejemplares por su vida y testimonio de fe. Pero
estas celebraciones no son simples recordatorios, sino momentos de reflexión y
conexión con los principios y valores que estos personajes representan.
El santoral es una herramienta valiosa para aprender sobre
la historia de la Iglesia y el cristianismo. Sirve como fuente de inspiración
basada en las vidas de los santos y funciona como guía espiritual, ofreciendo
fuerza y dirección a través de las experiencias de estos personajes históricos.
Además, ayuda a recordar y honrar a figuras importantes para la fe católica,
uniendo así el pasado, el presente y el futuro de la Iglesia.
Este sábado 24 de agosto, la Iglesia Católica conmemora a
varios santos y santas que han dejado huella en la historia de la cristiandad.
Entre ellos se encuentran San Bartolomé apóstol, San Audeno de Rouen, Santa
Emilia de Vialar, San Jorge Limniota, Santa Juana Antida Thouret, San Tación de
Claudiópolis, Beato Andrés Fardeau, Beato Maximiano Binkiewicz.Sin embargo,
desde el periódico La Razón destacamos especialmente a San Bartolomé apóstol.
¿Quién fue San Bartolomé?
El Evangelio según San Mateo, capítulo 10, versículos 1-4, contiene un pasaje crucial que enumera a los doce apóstoles elegidos por Jesús de Nazaret: Simón Pedro, Andrés, Santiago el Mayor, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el Menor, Judas Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote.
Este grupo selecto de seguidores fue instruido por Jesús
para suceder y reemplazar a los doce patriarcas de las tribus de Israel, y para
ser el germen de su Iglesia. Más que una simple lista de nombres, este pasaje
es un texto fundacional que establece la estructura y misión de la Iglesia
primitiva, vinculando el ministerio de Jesús con la futura expansión del
cristianismo.
Encuentro con Jesús
El Evangelio de San Juan narra el encuentro entre Jesús de Nazaret y Bartolomé. Según el relato, el apóstol Felipe presenta a Jesús ante Bartolomé. Convencido de haber encontrado al Mesías prometido, Felipe comparte esta noticia con Bartolomé. Al principio, Bartolomé se muestra escéptico al saber que Jesús proviene de Nazaret. No obstante, Felipe, decidido, le insta: «Ven y lo verás» (v.46). Esta invitación culmina en el trascendental encuentro entre Jesús y Bartolomé, un momento que marca el inicio de la fe de este último.
Jesús vio que se acercaba Natanael y dijo de él: "He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño".
Natanael le preguntó: "¿De dónde me conoces?"
Jesús le respondió: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas bajo la higuera, te vi".
Natanael exclamó: "Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel!"
Jesús le contestó: "¿Crees porque te dije que te vi debajo de la higuera? Verás cosas aún mayores".
Y añadió: "En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre". (Jn 1:47-51)
Predicación y martirio
Los Hechos de los Apóstoles, en el capítulo 1, versículo 13, mencionan específicamente la presencia de Bartolomé en Pentecostés. Este evento, conocido como la venida del Espíritu Santo, ocurrió cincuenta días después de la resurrección de Jesús, cuando los apóstoles estaban reunidos en Jerusalén, y es considerado uno de los eventos fundacionales y centrales de la fe cristiana.
Pentecostés marcó el inicio de la misión evangelizadora de
la Iglesia, una labor que continúa hasta nuestros días. Según la tradición,
cada uno de los apóstoles predicó en diferentes regiones del mundo conocido en
aquel entonces. En el caso de San Bartolomé, la tradición indica que él predicó
el Evangelio en la India, Mesopotamia, Persia, Egipto y Armenia.
La tradición narra que el martirio de San Bartolomé ocurrió
en Abanopolis, ciudad situada en la costa occidental del Mar Caspio. Según los
relatos, el Rey Astyages, gobernante de la región, ordenó su ejecución. El
método fue excepcionalmente cruel, reflejando la persecución que enfrentaban
los primeros cristianos: primero, le arrancaron la piel estando aún con vida.
Esta forma de ejecución, considerada uno de los castigos más severos en la
antigüedad, se reservaba para los crímenes más graves o para quienes se
percibían como una amenaza significativa al orden establecido. Tras este
terrible suplicio, Bartolomé fue decapitado, poniendo fin a su vida terrenal.
Evocación
De acuerdo con la tradición eclesiástica, las reliquias de San Bartolomé tuvieron un recorrido histórico interesante. Inicialmente, se cree que fueron sepultadas en la isla de Lipara. Posteriormente, fueron trasladadas a Benevento, Italia, y finalmente a Roma. En la actualidad, se encuentran preservadas en la Iglesia de San Bartolomé, ubicada en la "Isola San Bartolomeo" del río Tíber.
Es relevante mencionar que, según fuentes
históricas, la Reina Emma, consorte del Rey Canuto, realizó la donación de uno
de los brazos del santo a la Catedral de Canterbury en el siglo XI,
contribuyendo así a la difusión de su veneración.
En las representaciones iconográficas tradicionales, San
Bartolomé se distingue por tres elementos característicos: una barba, que
simboliza su sabiduría y madurez espiritual; un libro, que representa las
Escrituras y su labor evangelizadora; y un cuchillo, instrumento asociado a su
martirio, que evoca su sacrificio por la fe.