Por las calles hay un desfile de camisetas naranjas y botines, dorsales y cascos de música. Cuando llega la Nocturna, corren hasta los que suspendían el test de Cooper en el colegio. Es la liturgia de ese carácter novelero de los habitantes del rincón de la locura, ese que le imprime a este sitio la fama, ganada a pulso, de confortable manicomio. Ha comenzado el superfinde , se ha iniciado el carrusel de la desmesura. En cada rincón, un perejil. En cada avenida, un sarao. Pero qué sería de nosotros sin los excesos... Читать дальше...